La salud no lo es todo, pero sin ella todo es nada

martes, 23 de agosto de 2016

Días que te levantas con el pie izquierdo, que solo te vienen recuerdos de personas que ya no puedes abrazar, porque están en el cielo que deseamos creer o porque hay demasiada distancia para recorrerla cuanto quisieras.
Días en los que el cariño y palabras de alago no son capaces de levantar tu autoestima porque tu mente lo asimila como mentiras a través de tu espejo.
Días en los que parece que por mucho que hagas por los demás o intentes ser mejor persona nunca es reconocido porque todo parece insuficiente.
Días en los que te matas por tus objetivos durante meses y años y nunca crees recoger tus frutos porque hay quien los consigue más rápido y tú, eres demasiado exigente contigo misma para aceptarlo.
Días en los que te das cuenta que personas que querías, no te dan el mismo valor en sus vidas que tu les estabas dando.
Días en los que te preocupas más en los demás que en ti misma y pierdes tu propia esencia porque no eres capaz de sonreir si la persona a la que quieres no puede.
Días que están hechos para recomponerte, desahogarte, escucharte.

La vida es un camino muy corto y hay que elegir a las personas con las que queremos ser felices. Pero que es la felicidad sino los momentos que compartimos, la felicidad reside en las caricias, las risas, las emociones, no podemos disfrutar de nuestros pasos sin alguien que nos acompañe. No podemos ser felices sin objetivos que cumplir, soñar forma parte de la felicidad. Sentirse realizado también.
Recibimos muchas decepciones y sin embargo nunca aprendemos que no podemos usarnos como medida para medir a los demás, cada uno tiene sus propios valores, su forma de ver la vida, su visión de la felicidad.
Somos humanos, imperfectos. Podemos hacer daño involuntariamente, y de hecho, más de alguna vez habremos hecho sentir mal a alguien.
Y así de irónica es la vida, no importa cuanto te esfuerces, cada persona es un mundo, tiene su opinión, su personalidad, su carácter.

Días que recuerdas tu infancia, sonríes al sentir los abrazos y el cariño de las personas que ya no están.
Días en los que superas el reto de aceptarte tal y como eres, te quitas el rimel de las mejillas y dejas de esconder tu barriga.
Días que te sientes buena persona por el apoyo que ofreces a quienes quieres y te lo agradecen.
Días en los que miras tu recorrido y valoras tu esfuerzo, aunque tengas que luchar más todavía por tus objetivos.
Días en los que te despides de personas que no te hacían bien, sigues teniendo muchas personas que te quieren.
Días en los que te motivas para hacer felices a los demás y eso te hace sentir llena.
Días que están hechos para recomponerte, desahogarte, escucharte. No es malo, sino necesario.

Aprovechar el tiempo en intentar ser feliz pese a las adversidades que te ponga la vida por delante, los peores momentos para llorar ya vienen sin buscarlos. No todo tiene solución, pero el tiempo y las personas somos capaces de sanar heridas.